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By Mario _LAMANOLOCA_

DEMOCRACIA ¡QUÉ NEGOCIO!

DEMOCRACIA ¡QUÉ NEGOCIO!

Los regímenes totalitarios, allá en los lugares donde aun se dan, se caracterizan por el uso particular, mercantilista y absolutista que los mandatarios hacen del poder.
Todas y cada una de las herramientas del estado se ponen al servicio de los intereses económicos del gobernante, representado siempre por un ser de escasa moral, absoluta falta de ética, sin capacidad empática y carente de todo sentido del altruismo.
El gobernador totalitario, una vez posicionado, es de muy difícil eliminación. Por regla general se requieren medidas violentas para conseguir su marcha.
Desafortunadamente, los gobernantes totalitarios no solo son propios de repúblicas bananeras, países islámicos o antiguas dictaduras europeas. Estos seres infrahumanos germinan incluso en mitad de las democracias, escondidos en pequeñas ciudades o en pueblos susceptibles al expolio. Son como la mala hierba en mitad del frondoso huerto, como el vampiro que acecha a la presa, como la garrapata que se cuelga de la oreja del perro.
Aunque las herramientas de control de nuestro sistema permitan la posibilidad de terminar con estos parásitos de forma más pacífica que en otras latitudes, no debemos subestimar su poder; pues una vez se sientan en el trono actúan con las mismas viles y manipuladoras pautas de comportamiento que cualquier otro dictador. Utilizan las herramientas que el sistema les proporciona para favorecer sus intereses particulares, y con ellas acallar o entorpecer la voz tanto de los opositores como de los que pudieran representar un potencial peligro a sus oscuras finalidades, que jamás se corresponden con las necesidades del pueblo. Es por eso la obsesión de algunos políticos, de sospechosa similitud con estos personajes, por ejercer control absoluto hacia los medios de comunicación. Saben que la información que llega a la gente es vital para facilitarles la tarea de desmembrado de la democracia. Una vez que tienen en sus manos a los medios de comunicación el totalitarismo demagogo extiende sus sucios tentáculos por cada institución, como una víbora silenciosa, sin nadie ni nada que pueda impedirlo.
Esta circunstancia puede tener lugar a gran escala, en la misma raíz del gobierno central, o a pequeño nivel, hasta en los ayuntamientos más pequeños. Es suficiente con poner de ejemplo casos bien conocidos de corrupción urbanística, que no sólo ocurren en Marbella y la costa Mediterránea. En los tiempos que corren, son ya muchos los alcaldes y alcaldesas que se ven tentados por el dinero fácil que proporciona la especulación inmobiliaria. Un empresario sin escrúpulos y un político o política corrupta, representan el nuevo absolutismo: _“El uso de la democracia y sus herramientas para hacer buenos negocios” _
Sin comunicadores libres, independientes y autónomos nuestro mundo está perdido. Esperemos que no lo olviden.

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