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By Mario _LAMANOLOCA_

EN UN FUTURO PROXIMO

EN UN FUTURO PROXIMO

 ¿Cómo pudo haber pasado desapercibido durante tantos años? Ni las prospecciones terrestres, ni los satélites; nadie ni nada se percató de la enorme bolsa de petróleo que yacía bajo las cordilleras de España. ¿Cómo era posible? Había permanecido allí, agazapado como un conejo, delante de nuestros ojos, esperando en el subsuelo a que lo exprimiéramos. El caso es que ahora, tras el agotamiento de los pozos de asia y américa, España se presentaba como la mayor reserva de petróleo del mundo; suficiente para abastecer al planeta durante otros cuarenta años.  

Los trabajos se iniciaron con prioridad nacional y en poco tiempo las torres metálicas se elevaban sobre el suelo público peninsular absorbiendo el jugo que nos haría a todos muy ricos; o eso es lo que debería haber sucedido. Por entonces ganó las elecciones un izquierdista que tomó la decisión de anteponer los intereses del pueblo a la avaricia empresarial que ya empezaba a aflorar. El petróleo y sus beneficios sería explotados por el estado, sin subcontratas ni favores y tecnología extranjera. Todos los beneficios serían reinvertidos de inmediato en mejoras sociales y proyectos para una economía nacional igualitaria, que terminara con la soberanía de las grandes empresas y potenciara las microeconomías y el mercado y comercio familiar.En poco tiempo, los grandes capitales planearon su ofensiva. Un gobernante como aquel era un enorme peligro para su forma de vida feudalista. Había que terminar con la situación. Pero, ¿cómo hacerlo?Seguro que había empresas extranjeras, vinculadas a los gobiernos de sus correspondientes países, que a cambio de prometerles un pedazo del pastel de la extracción del crudo, estarían muy dispuestas a ayudarles en la complicada tarea.Y entonces los grandes grupos capitalistas españoles se reunieron en secreto con los lobbis y agentes de EEUU especialistas en desestabilización de gobiernos. Un golpe de estado era una posibilidad muy arriesgada, teniendo en cuenta el apoyo popular del que disfrutaba el presidente. En otras ocasiones y en otros lugares del planeta había funcionado. Pero en España, en aquel momento, no parecía la mejor solución. Pero a pesar de ello, anteponiendo el ingente beneficio económico que supondrías el triunfo, con el favor de un pequeño porcentaje del sustrato social, que hasta ahora había mantenido una posición de privilegio económico y  poder,  y que se daba cuenta de que la bonanza llegaba a su fin, iniciaron el arriesgado golpe con la excusa de que las políticas sociales del presidente sumirían al país en una dinámica de gobierno comunista que acabaría quebrando por la corrupción institucional, como ya había sucedido en otras ocasiones. No fue difícil comprar la voluntad de altos militares. Tampoco fue difícil reconducir la línea de opinión a la prensa global, manipulada y controlada en gran parte por los poderes fácticos. Apenas quedaron pequeños medios minoritarios y marginales que dieron la voz de alarma del complot, que con la superioridad mediática de los estados fueron tachados de inmediato de conspiranoicos y alborotadores.Toda la tecnología bélica americana se puso al servicio de los golpistas, al igual que los servicios secretos. Naturalmente, aunque el pueblo rechazaba en su mayoría la intervención militar que atentó contra la voluntad democrática, el poderío bélico acalló sus voces antes de que pudieran representar algún peligro serio para el plan. El dictador se aupó al poder. Un hombre de paja procedente del más rancio ejercito. Ocultos en la sombra estaban los verdaderos responsables de la caída de la democracia: Empresarios nacionales y americanos afilándose los colmillos cual vampiros. Ellos gobernarían el país para convertir el oro negro en la fuente de un poder que arrodillaría al pueblo por muchos siglos.Los pocos focos de resistencia, que ocultos en los montes atacaban los pozos de petróleo y al ejército que los velaban, fueron aplastado con armamento químico ilegal que EEUU proporcionó al nuevo ejército español y que enseñó a usarlo. A veces, el dictador, en un acto de iniciativa propia, usaba aquel armamento,  no solo para combatir a la resistencia, si no para arrasar poblaciones enteras que se atrevía a alzarse como independentistas, en un apoyo a los pocos que seguía luchando. Niños, mujeres. Todos sucumbían a los gases venenosos. Todos…Sin escrúpulos ni compasión. Todos morían envenenados bajo la mirada ciega de los empresarios y la nación que le vendió el armamento.Con el tiempo el dictador se dio cuenta de que poseía un ejército cada vez más potente. Y su arrogancia le hizo pensar que podía independizarse de los extranjeros que controlaban desde la sombra los destinos del gobierno y del petróleo.Lo habían convertido en un hombre muy rico. Pero a pesar de que al agua aplaca la sed y la comida el hambre, el dinero no sacia la codicia.  Y el dictador quería hacerse aun más rico. No tardó en romper las secretas relaciones que tenía con los poderes ocultos de EEUU y sus empresas. Ahora todo lo que saliera de los pozos sería para él. Sólo para él.La respuesta no se hizo esperar. El gobierno oficial de EEUU y usando la voz del presidente electo, declaró al gobierno español como una dictadura peligrosa, que subyugaba a su pueblo y que podía ser refugio de terroristas dispuesto a atentar contra intereses americanos y occidentales.Un nuevo plan se fraguaba en los sótanos. Dos años después, y después de haber envenenado los medios de comunicación del mundo con la historia convenida, la ciudad de San Francisco sufrió un terrible atentado nuclear. Algo que se temía pudiera ocurrir, pero que hasta aquel momento no se había hecho realidad. El resultado de la explosión mató a 3 millones de personas, y la zona quedó contaminada para varios siglos. El gobierno de EEUU acusó a España de ocultar a los culpables y financiar la deplorable acción con la enorme fortuna del dictador. Todo estaba listo para la invasión. Después de la conmoción del pueblo americano nadie se atrevería a llevarle la contraria a su presidente. Ni se atrevería ni estaría en condiciones mentales de hacerlo. Los bombarderos sobrevolaron la península ibérica arrasando las comunicaciones, las carreteras, las fábricas, las fuentes de energía eléctrica, al ejército. Lo arrasaron todo excepto los pozos de petróleo.El país y el pueblo llano quedaron sumidos en el caos del desabastecimiento.De vez en cuando un avión se equivocaba con el objetivo y confundía un edificio de baterías antiaéreas con un colegio. Morían cientos de niños, desmembrados todos por la explosión. Cuando sus padres llegaban al lugar apenas encontraban brazos y piernas amputados. Y los más desafortunados se topaban con la cabeza deshilachada de su hijo, con las arterias aun colgando.Muchos errores militares costaban a diario la vida de familias enteras. En demasiadas ocasiones la gente regresaba a casa para encontrarse un agujero con los restos humeantes de los cuerpos muertos de sus mujeres, sus hermanos…  Escenas devastadoras que convirtió a aquellos hombres y mujeres en zombis capaces de cualquier tipo de venganza. Y la guerra siguió hasta que el dictador cayó y el pueblo quedó sumido en la desesperación más absoluta.  Ahora el petróleo volvió a las manos de los empresarios que financiaron en tiempo el golpe de estado. El militar, traidor a sus intereses, había sido capturado y presentado al pueblo como la única razón e sus desdichas.La prensa callaba, la gente solo quería vivir un día más para darle de comer a los suyos. Y los que lo perdía todo, ya nada les importaba… 

Lo que acabo de narrar, como es evidente, pertenece al género de ficción. Desafortunadamente para muchos pueblos de la tierra no ha sido solo un cuento. La política intervencionista Estadounidense ha manipulado, controlado y devastado gobiernos y países enteros con el fin de favorecer sus intereses económicos.

 

Panamá, Guatemala, Argentina, Chile, Vietnam, Laos, Camboya, Irak, Somalia… Hay una lista enorme que ha sufrido en sus carnes la desgarradora zarpa del cruel imperialismo americano. Nadie debería extrañarse del odio que generan. Nadie…

LA FRASE DE HOY:  Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro.Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

  

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