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By Mario _LAMANOLOCA_

JUSTICIA PARA TODOS

JUSTICIA PARA TODOS

Estaban todos los que son, aunque, por seguro,  no son todos los que estaban. Es así, tan simple como lo que digo. La ultraderecha se refugia bajo el ala del PP. Observando con objetividad la manifestación contra la resolución que concede clemencia a De Juana Chaos quedó muy claro que lejos de  la paranoia, el rancio Franquismo y las bestias fascistas se sienten muy cómodas a la sombra de un partido con aspiraciones centristas. Pero no quiero entrar en un debate improductivo y visceral. A pesar de las banderas preconstitucionales y los gritos incendiarios, el fondo de la cuestión y las implicaciones que se derivan de la protesta popular van mucho más allá que todos los salva-patrias y energúmenos que acompañaron la convocatoria.

Vuelvo a repetir que estaban todos los que son, cuando no son todos los que estaban. En la manifestación pude ver pancartas más moderadas, como aquellas que decían; “sin justicia no hay libertad”. Y para no alargarme más me quedaré con esa frase.

¡Que razón que tienen!_ pensé en silencio.

Como podéis ver, a pesar de ser rojete, se reconocer cuando alguien esgrime la verdad. “Sin justicia no hay libertad” De Juana Chaos es un criminal. Eso es un hecho. De Juana Chaos no merece clemencia. Eso es un hecho. Demasiada sangre, mucha inocente. Demasiado odio, demasiada rabia injustificada. ¡Qué razón que tienen!; “sin justicia no hay libertad”. Piensen en la frase como yo lo hice. Piensen… Puede que pensando-pensando se den cuentan que los rojetes que solicitamos algo de justicia para los muertos de la dictadura no estemos tan lejos de las emociones que movieron a los miles de Españoles que el día 2 de Marzo se manifestaron en decenas, cientos de poblaciones contra una sentencia demasiado benévola para un señor con 25 muertos a sus espaldas.  Piensen, quizá se den cuenta de que toda esta democracia que vivimos está cimentada en el vasallaje y la claudicación. Piensen en la frase; “sin justicia no hay libertad” Piensen en los cientos de miles de hombres y mujeres que jamás tuvieron la fortuna de saber que sus verdugos pagaron por lo que hicieron. Piensen… Y ahora déjennos pedir justicia también para nuestros muertos.

No estamos tan lejos unos de otros, solo que ignoramos el sufrimiento ajeno demasiado a menudo.  

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